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domingo, 21 de marzo de 2010

r a t u r f s i d :)

Hoy recordé lo simple que es la vida cuando somos pequeños
no hay deberes ni preocupaciones, solo existen las palabras comida,
reír, llorar y disfrutar, las cosas nuevas por descubrir y las ansias
de saber que hay después de todo esto ...

Rápidamente este periodo tan privilegiado de nuestras vidas, pasa como una estrella fugaz
y ni siquiera nos damos cuenta, cuando ya estamos caminando sin la ayuda de otra mano
o tratando de ser auto suficientes.

Siempre he pensando que todos los periodos de nuestra vidas son lo máximo (tengas la edad que tengas) , por que es típico el comentario de que a los 18 por fin seremos independientes, a los 30 es la plenitud de la vida, a los 40 siempre es bueno y desde los 50 hasta el fin de nuestros días es la edad de oro. Para mí todas las edades son las mejores, todo depende de como las vivas.

Y espero que siempre recuerdes una simple palabra
D I S F R U T A R

jueves, 11 de marzo de 2010

Érase una vez ... la vida

20

P
UEDO escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis
brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda